No hay un perfil concreto. Tenemos que ir desmontando el concepto que mucha gente tiene en la cabeza de que el franquiciado es una persona con poca iniciativa empresarial y al que le gusta que le den las cosas hechas porque no siempre es así. Es cierto que un porcentaje muy grande de personas que adquieren una franquicia lo hacen en estas circunstancias pero también es habitual encontrarnos con el perfil contrario: el del empresario o emprendedor “de raza” que ha sabido identificar una buena idea de negocio y quiere exprimir la misma aprovechando todas las ventajas que le ofrece este sistema comercial.
Por esto es importante no ser reduccionista y contemplar a los franquiciados como personas carentes de iniciativa para asumir riesgos, que haberlos haylos, sino que tenemos que abrir la mente y admitir la posibilidad de que muchos de ellos son personas con un excelente olfato para los negocios que escogen una fórmula que les facilita la vida en vez de complicársela.
En la Consultoría tenemos ejemplos de excelentes empresarios que son también excelentes franquiciados y el hecho de que hayan adquirido una franquicia no les convierte ni en menos emprendedores ni en peor gestores. Todo lo contrario: son personas que han sabido ver las ventajas de un negocio y se han subido a ese carro lo que les ha proporcionado tranquilidad directiva y financiera. Lo habitual es que hayan sopesado los pros y los contras de adherirse a una cadena o emprender desde cero y que hayan considerado que la balanza se inclina hacia la franquicia porque las ventajas superan con creces los inconvenientes. Aquí vemos el instinto para los negocios porque hablamos de personas que han sabido superar los prejuicios asociados a una idea de negocio y han sabido ver lo que realmente importa en la empresa: beneficios.
Así que si eres franquiciado, puedes estar orgulloso porque quizás tu negocio te esté reportando más satisfacciones y menos preocupaciones que un negocio tradicional y eso es calidad de vida y calidad de empresa.